Su historia de
vida parece sacada de una novela: nació en un contexto no muy favorable, pero
llegó a tener fama internacional y fue una gran adelantada. Luchó por los
sueños y los derechos propios y los de todas las mujeres y las niñas.
Conozcamos a Mary Somerville, una verdadera traductora y reina de la ciencia.
Nacida en Escocia
en 1780, Mary tuvo acceso a una educación básica solo en aquellas disciplinas
que en la época se consideraban «femeninas», a saber: francés, pintura y música.
Sin embargo,
desde muy joven, Mary cultivó el hábito de la lectura y a los 13 años desarrolló
una especial pasión y curiosidad por el mundo de la ciencia y la matemática.
Sus progenitores le prohibían leer este tipo de textos, a tal punto que tenía
que hacerlo a escondidas para evitar problemas.
Fue a partir del
libro Euclides —que se lo consiguió el tutor del hermano, ya que en ese
momento no estaba bien visto que una mujer comprase esas obras «de hombres»—
que Mary comenzó un camino autodidacta hacia el éxito.
Lamentablemente,
la falta de apoyo familiar continuó tras su primer matrimonio. Su aquel
entonces esposo no le impedía estudiar, pero sostenía que las mujeres no tenían
suficientes facultades intelectuales para hacerlo. A los pocos años de casarse,
su marido murió y Mary, que ya tenía dos hijos, continuó formándose. Participó
en concursos matemáticos y usó la herencia de su difunto esposo para adquirir más
libros.
Pocos años más
tarde, contrajo segundas nupcias, pero esta vez encontró a su verdadera alma
gemela. William Somerville, médico de profesión, ayudó a Mary a impulsar su
carrera científica. Esta pareja de intelectuales se manejaba en círculos de
doctos, entre quienes se encontraban Charles Babbage, Caroline Herschel y
Thomas Young.
Mary empezó a
publicar artículos científicos y fue nombrada miembro honoraria de la Royal
Astronomical Society.
Debido a sus sólidos
conocimientos científicos y su amplio dominio del francés, la Society for the
Diffusion of Useful Knowledge contrató a Mary para confeccionar una traducción
resumida de los cinco tomos de Traité de mécanique céleste, la obra
célebre de Pierre-Simon Laplace donde analizó el sistema solar.
Además de sus
traducciones, Mary se hizo popular por sus propias producciones no solo entre profesionales
de la ciencia, sino también entre personas aficionadas.
Luego de la
jubilación de su esposo, Mary y su familia se mudaron a Italia, donde ella
pasaría sus últimos años. Como si todo su recorrido académico y profesional
hubiera sido poco, Mary siguió abriendo caminos para las mujeres al
involucrarse en la lucha por su derecho a votar y por el derecho de las niñas a
acceder a una educación formal de calidad.
Tras un legado
eterno de conocimiento, Mary falleció en 1872 y el diario The Morning Post la
declaró —con justa razón— reina de la ciencia del siglo XIX.
Fuentes de
consulta: